
Continuamos explorando la diversa flora que posee el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia.
En la primera parte de este artículo nos quedamos explicando las características únicas de los ecosistemas y hablamos de los roquedos y los acantilados y las playas y dunas. Vamos a ver el resto de ecosistemas y vegetación que conforma la biodiversidad de este idílico enclave.
Los matorrales
Los matorrales dominan el paisaje de las Islas Atlánticas, con formaciones de tojo, brezo, helecho, zarza y retama, entre otros, son testigos de las etapas de sucesión vegetal hacia una vegetación arbórea más densa.
Sin embargo, la presencia humana y la introducción de especies exóticas han modificado estos ecosistemas.
La Cytisus insularis
En 1998, durante los estudios para declarar el Parque Nacional, se encontraron retamas en la Isla de Ons con diferencias morfológicas de la especie Cytisus striatus. Tras un análisis detallado, se descubrió una nueva especie, Cytisus insularis, un arbusto leñoso que puede superar los 2 metros de altura, con hojas unifoliadas y frutos aplanados que contienen más de 10 semillas. Se localiza también en Sálvora (Vionta), en acantilados con tojos.
Mientras que su estado en Ons es bueno, en Vionta está en regresión. Esta distribución restringida la convierte en una especie de gran interés y está clasificada como “en Peligro de Extinción” por la UICN y en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas.
Los bosques
En el Parque Nacional se pueden encontrar vestigios de bosques autóctonos de robles y laureles, especialmente en Cortegada, donde un bosque de robles representa uno de los últimos remanentes de los antiguos bosques galaico-portugueses.
Pero vamos en profundidad los bosques de cada una de las islas.
Los bosques de las Islas Cíes
En las Islas Cíes, el bosque nativo ha sido mayormente reemplazado por plantaciones de eucaliptos, acacias y pinos. Solo queda un pequeño grupo de robles melojos en la Isla de Monteagudo y algunos ejemplares en San Martiño, recordando los bosques autóctonos que solían crecer en las laderas resguardadas de las islas.
A partir de los años 90, se inició la reforestación con especies locales en ciertas áreas del archipiélago, con madroños, abedules y robles melojos, entre otros.
Los bosques de la Isla de Ons
En Ons, el bosque autóctono consiste en sauces, que forman setos alrededor de las fincas o se encuentran cerca de fuentes y arroyos. También se pueden encontrar algunos robles melojos en la parte norte, los cuales eran más comunes en el pasado. Además, hay saúcos, castaños y laureles.
Como en Cíes, algunas áreas han sido reforestadas con especies nativas.
Los bosques de la Isla de Sálvora
En Sálvora, no hay grandes extensiones de bosques nativos, aunque se pueden encontrar algunos sauces y saúcos en las áreas cercanas a los arroyos y laureles cerca del pueblo.
Los bosques de la Isla de Cortegada
Cortegada está casi cubierta por árboles, según varios estudios, la vegetación boscosa nativa parece haber surgido de los setos que rodeaban los campos de cultivo y que se propagaron naturalmente por la isla cuando estos fueron abandonados en el siglo XX. A los árboles jóvenes y el matorral les afectó la acción herbívora de las cabras, las cuales algunas aún están en la isla.
Parte de la isla está cubierta por un bosque de robles, laureles, espino albar, sauces, robles melojos y castaños. El suelo de estos bosques está poblado por plantas como hiedra, escorodonia, madreselva, lirio fétido y Davallia canariensis. Los laureles de Cortegada se encuentran en suelos húmedos y son de gran importancia debido a su rareza, siendo la formación más extensa de España.
El sotobosque es escaso, dominado por hiedra, escorodonia y dragontea. Los sauces crecen en suelos encharcados, siendo predominantes en la parte este de la isla y mezclándose con alisos en el oeste. En el islote cercano de Malveira Grande, hay robles melojos, laureles y espino albar.
El roble melojo
La especie más común a todas las islas de Parque Nacional es el roble melojo. Pero, ¿de qué se trata realmente este árbol?
El rebollo, también conocido como melojo, es un árbol de tamaño medio que alcanza entre 20 y 25 metros de altura. Es de hoja caduca, pero retiene las hojas secas en sus ramas hasta que brotan las nuevas. Sus hojas son muy lobuladas y peludas, lo que les permite resistir bajas temperaturas y la sequedad del verano. Prefiere crecer en suelos silíceos, como los de granito en las Islas Atlánticas. La robustez y densidad de su sistema de raíces son importantes para la formación y estabilización del suelo en las laderas, previniendo la erosión.
Su capacidad para resistir la sequía lo sitúa entre los robledales típicos atlánticos y los bosques mediterráneos de otras especies del género Quercus, como las encinas.
La vegetación rupícola y pionera
La vegetación rupícola crece en zonas rocosas, como grietas y espacios entre piedras. Este tipo de vegetación es común en muros y paredes en Galicia, sin influencia marina directa.
Se encuentra en todos los archipiélagos del Parque Nacional, incluyendo áreas sin influencia salina y sobre grandes árboles en Cortegada. Destaca por plantas como el ombligo de Venus, helechos como Polypodium interjectum y Davallia canariensis.
En algunos archipiélagos del Parque Nacional, la conservación de una especie rupícola, Rumex rupestris, está amenazada. Esta planta está catalogada como “en peligro” en el Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Española, así como en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas, que vimos en apartados anteriores.
Las comunidades pioneras, que colonizan roquedos y claros entre matorrales y suelos poco profundos, incluyen especies como la siempreviva, Xolantha guttata y ciertas gramíneas.
La vegetación acuática
Y, hablando del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, no podíamos olvidarnos de mencionar su gran vegetación acuática.
De marisma
La vegetación de marisma está fuertemente influenciada por el mar, con alta concentración de sal como factor principal. Presente en Cíes, Sálvora y Cortegada, esta vegetación se distribuye en franjas según el nivel de mareas.
En áreas sumergidas como Sálvora, la Zostera marina prospera hasta 10 metros de profundidad.
Cíes y Cortegada exhiben vegetación parcialmente sumergida, adaptada a la salinidad, con especies como la verdolaga marina, salicornia ramosissima y salicor. En las orillas, se encuentran comunidades adaptadas a altos niveles de sal y nitratos, con plantas como la grama marina y la sosa negra. En las zonas más elevadas, se desarrollan junquerales con diversas especies como el junco marino y el cominillo. En los islotes de Malveira, la col marina y la malva son especies destacadas.
Foto de: Natusfera
De agua dulce
En Sálvora, se han investigado escasamente las comunidades vegetales acuáticas de agua dulce, presentes en pequeñas charcas cercanas a fuentes.
Estas comunidades son flotantes, con hojas en la superficie del agua y raíces en el fondo, como la espiga de agua.
La vegetación nitrófila
La vegetación nitrófila se refiere a la vegetación que prospera en ambientes ricos en nitrógeno, como los sembrados y los bordes de caminos alterados por la actividad humana. La alta concentración de nitrógeno proviene de la acumulación de residuos orgánicos o de la fertilización de suelos, lo que explica la presencia de esta vegetación en todos los archipiélagos del Parque Nacional, donde ha habido o aún hay asentamientos humanos.
En este sentido, se identifican dos comunidades en Cíes: una en muros y paredes con parietaria y cimbalaria, y otra en áreas sombrías con apio caballar.
Además, el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de las Islas Atlánticas menciona otras comunidades nitrófilas, como la que coloniza los cultivos abandonados en Ons con hinojo, y la presente en pastizales aerohalófilos en los acantilados de Sálvora, Boeiro (Cíes) y Centulo (Ons), con malva y falsa acelga.
Las masas de arbolado exótico
En la década de 1950, se llevó a cabo una extensa plantación de cultivos forestales, notable en Cíes.
Estas plantaciones fueron de eucaliptos y pinos marítimos, dos especies que están en todas las islas del Parque Nacional (aunque actualmente se están realizando trabajos de extracción de todos los eucaliptos del PN). Además, la acacia negra colonizó una gran parte de Cíes y algunas áreas de Ons, aunque no fue introducida intencionalmente como cultivo.
Estas áreas forestales no son muy relevantes desde el punto de vista botánico, ya que tienen un sotobosque escaso o nulo, siendo las de pino marítimo las más diversas en flora. Otras especies forestales exóticas del Parque incluyen la falsa acacia, el pino insigne, el pino piñonero, cipreses, plátanos o chopos.
Las plantas amenazadoras de conservar la biodiversidad
La introducción de especies exóticas puede llevar a su coexistencia con las especies autóctonas, compitiendo por espacio y recursos, y en algunos casos, convirtiéndose en invasoras y desplazando a las especies locales.
Esta invasión de especies exóticas es una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad a nivel mundial, ya que puede llevar a la extinción de las especies nativas. Además, esta pérdida de biodiversidad puede alterar el funcionamiento normal del ecosistema, generando impactos económicos y sociales negativos.
En las Islas Atlánticas, se observa la presencia de numerosas especies exóticas o alóctonas que están desplazando a la flora autóctona: la Acacia melanoxylon, Arctotheca calendula, Arundo donax, Robinia pseudoacacia, Eucaliptus globulus, Carpobrotus edulis, Tradescantia fluminensis, Opuntia maxima, Oxalis pes-caprae y Tropaeolum majus, entre otras.
Otra vegetación
En el Parque Nacional también se encuentran otros tipos de vegetación, como los musgos, hongos y líquenes, fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas que hemos comentado anteriormente.
Los musgos
Los musgos, considerados plantas no vasculares, carecen de vasos conductores para transportar agua y nutrientes, a diferencia de las plantas vasculares más comunes. También se distinguen por la ausencia de hojas, tallos y raíces. Colonizan una amplia variedad de entornos y son a menudo pioneros en la colonización de superficies desnudas, junto con los líquenes. Debido a que no tienen una pared externa impermeable, la mayoría requiere ambientes húmedos para evitar la pérdida de agua.
Los musgos, al igual que los líquenes, son sensibles a la contaminación y pueden utilizarse como indicadores de contaminación, en especial de contaminantes gaseosos.
Hasta la fecha, no se han realizado estudios sobre las especies de musgos presentes en el Parque Nacional. Sin embargo, se sabe que en Galicia existen 558 especies de musgos, de las cuales el 27% se encuentran en la Lista Roja de Briófitos de la Península Ibérica.
Los hongos
Los hongos son ampliamente reconocidos debido a su importancia en la alimentación y la industria farmacéutica, así como por su papel vital en la descomposición de materia orgánica en la cadena alimentaria. Aunque anteriormente se clasificaban dentro del reino vegetal, ahora se consideran un reino aparte debido a sus diferencias en la reproducción y la falta de pigmentos fotosintéticos como la clorofila.
Los hongos se dividen en tres grupos según su forma de alimentación:
- Parásitos: Dependientes de otras especies, a menudo causando daño o la muerte a su hospedero.
- Saprófitos: Su alimento se basa en materia orgánica muerta, contribuyendo al ciclo de nutrientes en el suelo.
- Simbiontes: Su forma de alimentación consiste en asociarse con otros seres vivos, beneficiándose ambos.
En el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, se han identificado varias especies de hongos, algunas de las cuales son raras o son las primeras citas en Galicia. Así, en Sálvora se encuentran especies como Agaricus devoniensis y Peziza proteana f. sparassoides. En Ons, destaca Calocybe gambosa y Cordyceps militaris. En Cíes, Campanela caesia y Gyroporus ammophilus. Cortegada, con su diversidad micológica, alberga especies únicas como Favolaschia calocera, Hygrocybe flavescens y Hygrocybe calyptriformis, entre otros.
Además, se han descubierto taxones, los cuales pueden ser nuevas especies para la ciencia, aunque aún no se han publicado los hallazgos.
Los líquenes
Los líquenes, a menudo desconocidos para muchas personas, son organismos que se encuentran en una variedad de entornos, desde el campo hasta la ciudad, y en una amplia gama de sustratos. Su factor destacable radica en su composición dual, formada por un hongo y un alga, que viven en simbiosis para crear una entidad completamente nueva con características únicas. La simbiosis proporciona a los líquenes ventajas adaptativas en hábitats donde ni el hongo ni el alga podrían prosperar por separado.
Estos organismos se encuentran en una amplia gama de climas y altitudes, desde zonas árticas y antárticas hasta regiones ecuatoriales y desde el nivel del mar hasta las altas montañas nevadas. Pueden colonizar una diversidad de sustratos, como rocas, corteza, arena, suelo, madera e incluso materiales artificiales como vidrio y plástico.
Los líquenes desempeñan diversos roles, desde su uso histórico en medicina y tintes naturales hasta su importancia actual como bioindicadores de contaminación. En el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, se han catalogado 231 especies de líquenes, muchas de las cuales tienen distribución restringida y algunas están en la Lista Roja de macrolíquenes de la UE debido a diferentes amenazas.
Las formas de los líquenes varían considerablemente y se pueden clasificar en siete tipos morfológicos distintos:
- Incrustantes: generan manchas que están firmemente unidas al sustrato y son extremadamente complicadas de separar de él.
- Escuamulosos: similares a diminutas láminas.
- Foliáceos: con una apariencia de hoja y fácilmente desprendibles del sustrato.
- Fruticulosos: semejantes a pequeños arbustos o mechones.
- Compuestos: poseen una sección que puede ser incrustante, escuamulosa o foliácea y otra que es fructiculosa.
- Gelatinosos: presentan una textura gelatinosa debido a la presencia de algas cianobacterianas que les confieren esta consistencia.
- Leprarioides: con aspecto pulverulento o harinoso.
Estos líquenes son especialmente prominentes en las costas, donde colonizan rocas y se dividen en tres cinturones característicos: negro, naranja y de Ramalina.
Además de las comunidades costeras, los líquenes se encuentran en árboles, construcciones, piedras cubiertas de musgo y en ambientes húmedos y sombríos, como los bosques de laureles.
Conservación y concienciación
La conservación de la diversidad biológica del Parque Nacional es crucial. Los esfuerzos para proteger estos ecosistemas únicos deben centrarse la conciencia ambiental, que pasa por la restauración de hábitats nativos, la eliminación de especies invasoras y la promoción del turismo responsable. La flora de las Islas Atlánticas, desde las especies adaptadas a la vida en los acantilados y dunas hasta los matorrales y bosques, nos hace ver la gran resiliencia de la naturaleza y la importancia de su preservación para las generaciones futuras.
Como ves las Islas Atlánticas merecen ser visitadas por sus playas, sus rutas de senderismo, sus lugares de interés, pero también por su biodiversidad única.
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