Las Islas Atlánticas, situadas en las Rías Baixas, concretamente en las rías de Arousa, Pontevedra y Vigo, son conocidas por su impresionante biodiversidad y paisajes naturales, en donde la flora juega un papel fundamental en la configuración de su identidad.
En este post te llevamos a sumergirte en el rico tapiz verde de las Islas Atlánticas, donde exploraremos la singularidad de su vegetación terrestre, influenciada por la biogeografía, los desafíos ambientales y la interacción humana.
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Vegetación muy variada
Cada isla ofrece un espectáculo visual diferente, con una vegetación que varía drásticamente debido a la interacción de elementos naturales y la influencia de los siglos. La flora de las Rías Baixas se presenta como un mosaico de vida que desafía las adversidades.
La flora de las Islas Cíes
Los acantilados escarpados de las Islas Cíes dan refugio a una diversidad de plantas que embellecen el paisaje costero con una gama de colores muy variada. En la parte oriental, los tojos dominan las elevaciones más altas, mientras que hacia abajo se extienden acacias y pinos, formando una densa cubierta arbórea que resalta frente a la arena blanca de las playas y las dunas.
La flora de la Isla de Ons
La Isla de Ons, con un relieve suave y nivelado, exhibe extensas áreas cubiertas de tojo, entre las que se encuentran dispersas formaciones de acacias, pinos y pequeños grupos de sauces. Algunas secciones de sus acantilados están revestidas con grupos almohadillados de armeria (Armeria pubigera), ofreciendo vistas panorámicas increíbles.
La flora de la Isla de Sálvora
En la Isla de Sálvora, predomina una vegetación de baja altura compuesta por tojo, helechos y otras plantas herbáceas que se encuentran junto a los grandes y característicos bloques de granito de la isla. La vegetación de los acantilados tiene una apariencia redondeada debido a la influencia de los fuertes vientos y se entremezcla, en algunas áreas cercanas, con la vegetación de las dunas. Los islotes cercanos, como Sagres, Vionta, Noro, Gaboteira y Herbosa, entre otros, exhiben una vegetación de baja altura, con formaciones herbáceas. En el caso de Vionta, el cual tiene una mayor cantidad de arena, se encuentra una flora propia de las dunas, junto con algunas retamas.
La flora de la Isla de Cortegada
A diferencia de los archipiélagos mencionados anteriormente, la vegetación de la Isla de Cortegada es la de un paisaje boscoso. Se encuentran densos bosques de robles, laureles y sauces con enredaderas que cubren el suelo, áreas arboladas de pinos y eucaliptos (que actualmente se están retirando por ser árboles alóctonos) que ocultan las ruinas del antiguo asentamiento y pequeñas áreas cubiertas por alisos. Los islotes Malveira Grande, Malveira Chica y Briñas están dominados por una vegetación herbácea, aunque Malveira Grande cuenta con una pequeña formación forestal de roble melojo.
Factores de transformación de la vegetación
El paisaje vegetal ha sido profundamente modificado por el fuerte oleaje en la costa, los vientos procedentes del mar, la elevada salinidad, la aridez estival y el escaso desarrollo del suelo, entre otros, pero sobre todo por la actividad humana a lo largo de los siglos, desde la agricultura hasta la introducción de especies exóticas.
Sin embargo, la declaración de parte de las islas como Parque Natural ha ayudado a preservar y, en algunos casos, a restaurar la vegetación autóctona, mostrando la importancia de la intervención consciente para la conservación de estos ecosistemas.
Veamos qué más factores destacados han motivado la transformación de las islas.
La fertilización
La fertilización, ya sea a través de la agricultura o por los residuos animales del ganado, ha provocado cambios en la composición del suelo, beneficiando a ciertas especies vegetales sobre otras. En los acantilados, los nutrientes aportados por las colonias de gaviotas también alteran las comunidades vegetales.
El control del crecimiento
El control del crecimiento de la vegetación ha sido influenciado por el pastoreo del ganado, una práctica que ha existido en el pasado y que aún afecta al matorral en Sálvora, así como por la tala de arbustos para obtener leña, lo cual ha impactado principalmente en tojos y retamas.
El arrase de superficie vegetada
La ocupación de tierras fértiles con cultivos, el pisoteo del suelo y la creación de caminos por la ganadería o por la actividad humana han resultado en la pérdida de vegetación, especialmente notable en los sistemas dunares, con el aumento del turismo en las islas.
El fuego
El fuego ha sido otro factor importante en la transformación del paisaje, desde las quemas destinadas a abrir espacio para pastizales hasta los incendios forestales.
La introducción de especies exóticas
Desde la introducción de especies foráneas mediante los cultivos hortícolas y ornamentales, hasta las extensas repoblaciones con pinos, eucaliptos y acacias llevadas a cabo en la mitad del siglo XX, la presencia de especies exóticas ha jugado un papel crucial en la alteración del paisaje vegetal, lo cual es especialmente evidente en el archipiélago de Cíes.
La concentración de aves marinas
La intensa presión ejercida por las gaviotas durante la época de reproducción, manifestada a través del pisoteo, la excavación del suelo y el aporte de nutrientes, otorga a este hábitat características ambientales únicas. Esto se refleja en una distribución de las comunidades vegetales considerablemente más compleja que la observada en los acantilados de las zonas continentales, donde no hay presencia de gaviotas.
En este sentido, en Cíes y Ons se han detectado concentraciones notablemente más altas de nitrógeno y fósforo, elementos que también se encuentran en grandes cantidades en los excrementos de gaviota. Esto ha dado lugar a la presencia de comunidades vegetales con un marcado carácter nitrófilo (que se desarrollan en suelos ricos en nitrógeno), donde se encuentran especies como el heno blanco, la angélica o la ortiga, las cuales son distintivas en comparación con las comunidades vegetales típicas de Galicia.
Adaptación de la vegetación
La flora de las Islas Atlánticas ha desarrollado adaptaciones fascinantes para sobrevivir a las condiciones adversas, como la alta salinidad, los fuertes vientos y la escasez de agua. Desde el crecimiento almohadillado de las armerias hasta las estrategias de las plantas dunares para enfrentar la sequía, estas adaptaciones son testimonios de la resiliencia y la ingeniosidad de la naturaleza.
A continuación, podemos ver a qué condiciones se tiene que enfrentar la flora de las Islas Atlánticas.
El viento
Las adaptaciones al viento, como el crecimiento almohadillado, son características que permiten a las plantas resistir las condiciones adversas.
Estas formaciones vegetales, redondeadas y adheridas al suelo, son comunes en especies como las armerías o en los tojos, que suelen crecer en los acantilados.
La insolación
Las adaptaciones a la insolación son especialmente notables en las dunas, donde la reflexión de la luz por la arena intensifica este efecto, elevando las temperaturas. Sin embargo, también se pueden observar estas adaptaciones en los acantilados. Las plantas desarrollan estrategias como colores blanquecinos, presencia de pelos, recubrimientos de ceras u otras sustancias y cutículas engrosadas, para reflejar la luz y reducir su impacto directo.
Un ejemplo es el otanthus maritimus, una planta dunar cubierta de pelos.
La sequia
Las adaptaciones a la sequía son fundamentales en entornos como playas y dunas, donde la porosidad de las arenas dificulta la retención de agua, resultando en ambientes extremadamente secos y pobres en nutrientes. Para enfrentar estas adversidades, algunas plantas desarrollan estrategias como el desarrollo de raíces largas para captar agua, como en el caso del barrón, o estructuras de almacenamiento de agua, como los bulbos o tubérculos de la azucena de mar, o las hojas engrosadas de la oruga de mar.
Además, se desarrollan mecanismos para reducir la pérdida de agua, como la reducción de la superficie foliar, hojas duras y espinosas y la producción de ceras protectoras en la epidermis.
La vida en la arena
La vida en la arena presenta otros desafíos. Este sustrato es móvil y se desplaza con el viento, lo que expone las raíces o entierra las plantas. Además, las plantas en la arena enfrentan escasez de nutrientes y el impacto abrasivo de los granos de arena en sus tejidos, lo que puede provocar flexión en sus partes aéreas. Para contrarrestar estos efectos, las plantas han desarrollado diversas adaptaciones, como el fortalecimiento de sus tejidos, el crecimiento de raíces largas, la reducción del tamaño de las hojas o la asociación simbiótica con bacterias fijadoras de nitrógeno.
Estas adaptaciones pueden observarse en especies como la rubia de mar, que presenta hojas endurecidas, o en Linaria polygalifolia y el helicriso, que tienen hojas estrechas.
La salinidad
La proximidad al mar genera altos niveles de salinidad en el entorno, lo que dificulta la supervivencia de las plantas al obstaculizar la absorción de agua. Las plantas halófitas, especializadas en estos ambientes, suelen tener un aspecto carnoso debido a que acumulan sales y agua en sus células para contrarrestar las concentraciones salinas del entorno y facilitar la absorción de agua. Otros mecanismos adaptativos incluyen la reducción de la superficie foliar para conservar agua, como en el caso de la Sarcocornia perennis subsp. perennis y la Salicornia ramosissima, así como la excreción de sal a través de glándulas, lo que les confiere un color blanquecino que además ayuda a evitar el sobrecalentamiento de los tejidos expuestos al sol.
La inmersión
Las plantas que pasan la mayor parte de su ciclo de vida sumergidas en el agua no enfrentan problemas de desecación, pero deben lidiar con dificultades relacionadas con el intercambio gaseoso, la captación de luz y la resistencia a las corrientes de agua. Debido a esto, las plantas acuáticas desarrollan varios tipos de hojas: aquellas que permanecen sumergidas suelen ser estrechas y delgadas para facilitar el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, así como la absorción de luz; mientras que las hojas flotantes, que no tienen problemas para captar luz y gases, tienden a ser más gruesas y redondeadas para favorecer la flotabilidad.
Ambos tipos de hojas están presentes en la espiga de agua.
Características únicas de los ecosistemas
Las Islas Atlánticas se distinguen por una diversidad de ecosistemas, cada uno albergando comunidades vegetales especializadas que han desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir en condiciones extremas.
Los roquedos y acantilados litorales
Las zonas costeras, influenciadas por el mar, presentan condiciones adversas para el crecimiento vegetal debido al embate de las olas, la alta salinidad y la escasez de suelos. La vegetación especializada es la única capaz de establecerse en estas áreas, donde el viento también influye, dando forma almohadillada a la vegetación para reducir la resistencia. Las colonias de aves marinas, especialmente gaviotas, enriquecen el suelo con sustancias fertilizantes, alterando las comunidades vegetales.
En los ecosistemas de las Islas Atlánticas, los distintos tipos de vegetación se distribuyen en franjas según su proximidad al mar. Desde comunidades halocasmofíticas, resistentes a la salinidad, hasta pastizales aerohalófilos, adaptados a la pulverización del oleaje, la vegetación varía en respuesta a las condiciones ambientales. La influencia de las colonias de aves marinas también modifica estas comunidades, dando lugar a especies más resistentes a la salinidad y altos niveles de nitrógeno.
La vegetación en la parte superior de los acantilados, menos afectada por las salpicaduras marinas, está dominada por matorrales costeros aerohalófilos. Aquí, especies como el tojo endémico galaico-portugués y varias plantas herbáceas y leñosas mediterráneas se adaptan a las duras condiciones ecológicas. Este matorral se extiende hacia el este de las islas, con la presencia ocasional de espinares de endrino en algunas laderas.
El uso de plantas medicinales
Las difíciles condiciones de vida en las islas durante las últimas décadas del siglo XX, marcadas por el aislamiento geográfico y la falta de atención médica, contribuyeron al desarrollo de una cultura rica en conocimientos sobre plantas medicinales, como las que se pueden encontrar en los roquedos y acantilados litorales. Este saber se está perdiendo con la migración hacia tierra firme y la desaparición de las últimas generaciones que confiaban en estos remedios. Hoy en día, el legado de esta tradición medicinal se conserva principalmente en la Isla de Ons, donde aún se aplican estos remedios.
La visita al médico era difícil, especialmente durante el invierno, lo que llevaba a la población a recurrir a los remedios tradicionales primero antes de buscar ayuda profesional. Estos remedios incluían el uso de plantas medicinales y rituales mágicos para alejar enfermedades, especialmente cuando se desconocía su causa. Se han identificado más de 40 plantas con propiedades medicinales, como la hierba de Santiago, la madreselva, la malva y el saúco, que se utilizaban en infusiones, ungüentos y otros preparados para tratar diversas dolencias.
Con la mayoría de la población isleña trasladada a tierra firme, donde el acceso a la atención médica es más fácil, los documentos escritos se están convirtiendo en los principales guardianes de este invaluable patrimonio cultural. Estos registros son fundamentales para preservar la riqueza de estos conocimientos sobre plantas medicinales.
Las playas y dunas
Las playas y dunas de las Islas Atlánticas presentan un escenario de supervivencia donde la flora debe adaptarse a la elevada salinidad, la insolación intensa y un sustrato pobre y constantemente en movimiento.
Especies como la oruga de mar dominan la primera línea de playa. Las dunas primarias están controladas por el cardo marino, mientras que, en las dunas secundarias con el barrón y la algodonosa, y en las terciarias, con el matorral de trasduna, se crea un paisaje dinámico y resistente.
La Linaria arenaria
En los sistemas dunares de Cíes, Ons y Sálvora aún se encuentran poblaciones de Linaria arenaria, una planta pequeña que tiene una distribución limitada a pocos puntos del litoral francés y cuatro islas en la costa gallega.
Esta especie está catalogada como “Peligro de Extinción” en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas y como “Peligro Crítico” en el Libro Rojo de Flora Vascular Amenazada de España. La planta es anual, alcanza los 15 cm de altura y produce flores amarillentas de pequeño tamaño entre mayo y junio, habitando en dunas y arenas litorales estables. Aunque puede tolerar ligeras alteraciones del terreno, es sensible al pisoteo y a la alteración del hábitat por actividad humana.
La Armeria pungens
La especie del género Armeria que habita en dunas y arenales marítimos, y de forma puntual en acantilados, no debe ser confundida con la más común Armeria pubigera (Herba de namorar), que crece en acantilados.
Este pequeño arbusto puede alcanzar hasta 50 cm de altura, con largas ramas que conservan hojas secas y florecen entre marzo y mayo.
Las Islas Cíes albergan las únicas poblaciones gallegas e incluso del norte de España de esta especie, en otras zonas está presente en el suroeste del país, Córcega y Cerdeña.
Dado que estas poblaciones están aisladas, su desaparición sería difícil de revertir. El hábitat natural de estas plantas está constantemente amenazado por la presión turística.
La Camarina
Aunque la camarina fue una vez abundante en toda la costa gallega, hoy en día es testigo de una regresión. Dentro del Parque Nacional, solo se encuentra en Cíes, en la franja de matorral de las dunas de Muxieiro, que unida a la de la ensenada de Trece en A Coruña, constituye una de las principales poblaciones gallegas, que aún está presente en el sur de la península.
La camarina es un arbusto longevo y crece lento, habita en las dunas costeras y alcanza algo más de un metro de altura. Sus hojas estrechas se disponen en cuatro filas, y sus frutos redondos y carnosos, son consumidos por animales que dispersan semillas mediante sus excrementos.
Entre las causas de su regresión se incluye la desaparición de los sistemas dunares debido a la acción turística y el pisoteo, al cual la camarina es sensible.
¿Te interesa saber el resto de flora presente en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia? Lee la segunda parte de este artículo y descubre qué más especies se esconden en este maravilloso enclave gallego.